Me puedo cuidar del sol para no enrojecerme, hay cremas, protectores o gorros con visceras. Sin embargo, la mirada del otro, la observación minuciosa o detenida, el encuentro más terrible si los ojos son femeninos, me provoca un ardor facial inevitable.
La palabra vergüenza tiene su origen en el latín, en la palabra verecundio. Verecundo deriva del verbo vereri, que literalmente significa “temer, no atreverse a hacer algo”, pero no por miedo o terror, sino por respeto o reverencia, palabra que procede de ese mismo verbo. Y eso es lo que me pasa, ahora pienso si no me atrevo a algo por el respeto que le tengo, o mas bien por el misterio que encarna. Porque ahi esta la mujer, donde asocio respeto con distancia. Cuando mis facciones se enrojecen, no solo detesto mi silencio, mi palabra mal usada, sino mi organismo, que avisa que estoy callando algo o diciendo estupideces, que al caso es lo mismo.
Y si digo algo, jugado, enseguidita la maquina productora de sensaciones procesa lo siguiente: La mente manda un pensamiento arriesgado a los organos vocales, el paladar y la lengua procesan el dato y vocalizan: Sos muy linda! El oido retiene la información, la vuelve a mandar al cerebro, con un post-it color rojo y un cartel: documento peligroso. Llega a uno de los hemisferios, que al instante distribuye el documento por el torrente sangüineo para su evaluación. La respuesta del organismo es la siguiente: Oigan, globulos rojos, hematocitos, allá arriba hay un archivo peligroso, es posible que sea un virus sentimental, un arrojo, que pone en peligro el cuerpo, necesitan ayuda, vayan para arriba a tirar una mano. Pasan por mi cara y se quedan todos juntos ahi, esperando la decisión. Esperan hasta que el cerebro manda un enmiendo poco eficaz, que llega a la lengua de ese rostro rojizo: -Me refiero, cuando sonreís. El enmiendo consiste en pasar de un concepto general a una particularidad, que aminora la fuerza de la frase pronunciada.
jueves, 2 de octubre de 2008
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1 comentario:
Pobre muchachito! Qué agotadora manera de padecer, cuan en evidencia lo deja su silencio. Etimológicamente silencio proviene del sánscrito mu y sus derivaciones Muka (mudo) y musterion; (misterio). Qué otra cosa calla sino el misterio, el enigma frente al “encuentro terrible con lo femenino”, eso enigmático para todo sujeto, el Otro goce. Tal vez el único problema es q la “mente” de este muchacho aun no se ha enterado cuan suplementario puede ser el Amor (y sus “archivos sentimentales”) del complemento que no hay entre los sexos, por la imposibilidad estructural de la relación sexual.
Habría q ver también, si la “mente” de este muchachito supone que lo no enunciado de manera particular, puede ser enmendado al ser publicado como una generalidad.
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