jueves, 30 de octubre de 2008

Los timidos tambien sufrimos desamores

Como por accidente, cada tanto hay una mujer para la cual vencí todas mis limitaciones, o mas bien, ella se encargo de atacar todas las barricadas que se habian hecho en mi alma. Dura un tiempo, se termina.
Los soldaditos del "Ejercito de la Inhibición" contratacan al grupo de Revolucionarios de la Extroversión Anímica. Enseguida arman las defensas, las barreras, marcan limites, crean cercos, vallas, alambres de puas, fronteras. Busco refugio en un rincón, una habitación, sintonizo una radio de lentos, rescato los viejos cassettes o cds de Roxette, Brian Adams, Richard Marx o las bandas de sonido de Ghost, Philadelphia, etc.
Agito la bandera blanca de rendición, con partícular esmero, que duela. Los timidos compensamos el equilibro entre las alegrias ajenas con las tristezas propias.

jueves, 2 de octubre de 2008

La vergüenza

Me puedo cuidar del sol para no enrojecerme, hay cremas, protectores o gorros con visceras. Sin embargo, la mirada del otro, la observación minuciosa o detenida, el encuentro más terrible si los ojos son femeninos, me provoca un ardor facial inevitable.
La palabra vergüenza tiene su origen en el latín, en la palabra verecundio. Verecundo deriva del verbo vereri, que literalmente significa “temer, no atreverse a hacer algo”, pero no por miedo o terror, sino por respeto o reverencia, palabra que procede de ese mismo verbo. Y eso es lo que me pasa, ahora pienso si no me atrevo a algo por el respeto que le tengo, o mas bien por el misterio que encarna. Porque ahi esta la mujer, donde asocio respeto con distancia. Cuando mis facciones se enrojecen, no solo detesto mi silencio, mi palabra mal usada, sino mi organismo, que avisa que estoy callando algo o diciendo estupideces, que al caso es lo mismo.
Y si digo algo, jugado, enseguidita la maquina productora de sensaciones procesa lo siguiente: La mente manda un pensamiento arriesgado a los organos vocales, el paladar y la lengua procesan el dato y vocalizan: Sos muy linda! El oido retiene la información, la vuelve a mandar al cerebro, con un post-it color rojo y un cartel: documento peligroso. Llega a uno de los hemisferios, que al instante distribuye el documento por el torrente sangüineo para su evaluación. La respuesta del organismo es la siguiente: Oigan, globulos rojos, hematocitos, allá arriba hay un archivo peligroso, es posible que sea un virus sentimental, un arrojo, que pone en peligro el cuerpo, necesitan ayuda, vayan para arriba a tirar una mano. Pasan por mi cara y se quedan todos juntos ahi, esperando la decisión. Esperan hasta que el cerebro manda un enmiendo poco eficaz, que llega a la lengua de ese rostro rojizo: -Me refiero, cuando sonreís. El enmiendo consiste en pasar de un concepto general a una particularidad, que aminora la fuerza de la frase pronunciada.